sábado, 10 de diciembre de 2011

Las reformas educativas del reinado de Carlos III

Carlos III llegó a la Monarquía Española con previa experiencia de gobierno, ya que había sido Rey de Nápoles. Al llegar al trono español, se instaló con una Corte de Ministros y asesores de origen italiano, entre los que destacaba el Marqués de Esquilache. Otros ministros relevantes de su reinado fueron grandes ilustrados españoles como Aranda, Campomanes y Floridablanca.

El propósito del nuevo monarca fue, desde su llegada a Madrid, iniciar un conjunto de reformas modernizadoras con el objetivo de recuperar el papel de primera potencia europea para España. Su gobierno estaba basado en la filosofía del Despotismo Ilustrado. Esta filosofía consistía en el emprendimiento de reformas económicas y sociales sin variar la estructura del poder (permanencia de la monarquía absoluta). Esto produjo que Carlos III tuviera que enfrentar la resistencia de la aristocracia y del clero ante las reformas, pero el proceso se llevó a cabo gracias a su carácter enérgico y al apoyo de la burguesía y de los intelectuales ilustrados.
Las principales reformas fueron:
1)  La elaboración de CENSOS como medio de control de los ciudadanos residentes en cada municipio para poder obtener sus datos fiscales. El más importante fue creado por el conde de Floridablanca.
2)   Medidas económicas:
-    Creación de las Sociedades Económicas de Amigos del País (reuniones del sector primario para desarrollas el país).
-   Reformas agrarias gracias a la labor de Jovellanos y su “informe sobre la ley agraria”. Con esto se construyeron canales de regadío, se colonizaron zonas despobladas como Sierra Morena, etc.
-   Creación de las Reales Fábricas para impulsar el desarrollo de la artesanía y el aumento del empleo.
3) Entre las reformas sociales destacan el control de las aguas fecales, residuales, etc; la separación de las viviendas residenciales de los corrales y cuadras y la construcción de parques, jardines y zonas de paseo (como el Paseo del Prado). También se desarrollaron espectáculos públicos como el teatro y los toros. Carlos III restringió viejos privilegios feudales, dividió latifundios, repartió tierras comunales y liberó el comercio y las aduanas. Apoyó la industria privada e impulsó la navegación y el comercio con las colonias americanas.

Todo este proceso reformista afectó los intereses eclesiásticos, debido a la posesión del clero de grandes latifundios y sus vínculos con la vieja aristocracia feudal. Carlos III buscó el nombramiento de nobles y religiosos abiertos a las reformas, y así decretó la expulsión de los Jesuitas, quienes controlaban gran parte del poder administrativo tradicional oponiéndose a las reformas.

Con respecto al tema de la exposición, es decir, a las reformas educativas del gobierno de Carlos III hay que decir que se impulsó extraordinariamente el desarrollo científico mediante expediciones geográficas y de divulgación científica, la construcción de edificios o lugares inculcados a la investigación científica, como el observatorio astronómico, el jardín botánico, el Museo del Prado o el Gabinete de Ciencias Naturales, y la fundación de las Reales Academias. Con todo esto, la mentalidad de los españoles se renovó, y se combatieron las viejas costumbres y supersticiones. Para Carlos III España debía modernizare, y esto solo lo conseguiría extendiendo la educación y alentando el desarrollo científico. El objetivo del  nuevo Rey en la política educativa era la integración del indígena para convertir a los indios en súbditos de la monarquía y que incorporasen la lengua, la cultura y los usos hispanos, por lo que en 1766 Carlos III dispuso que los indios fueran recibidos en los colegios existentes en la Nueva España y fueran promovidos, según su mérito, a todas las dignidades y oficios públicos.  Tras la expulsión de la Compañía de Jesús se cerraron algunos de estos colegios, pero Carlos III, apoyado por sus ministros, abrió dos nuevos centros en 1770: uno de enseñanza primaria y media, y otro de enseñanza superior que impartiría Derecho canónico y civil y Teología.
Las reformas educativas entorno a la universidad durante el reinado de Carlos III fueron posibles gracias a la expulsión de los jesuitas en 1767, ya que éstos eran el mayor apoyo de los Colegios Mayores durante la primera mitad del siglo XVIII. Esto es un dato importante puesto que los directores de estos colegios mayores coincidían con ser los rectores de las Universidades más importantes de España: Salamanca, Alcalá de Henares, Valladolid, Santiago de Compostela, Valencia y Sevilla. Todas las universidades dependían de órdenes religiosas, por lo que el dominio eclesiástico era total. Durante este periodo solo existían cuatro Facultades: la de Artes, la de Teología, la de Medicina y la de Derecho. Con todo esto, Manuel Lanz de Casafonda escribió una durísima sátira contra los colegiales mayores y su exceso de dominio en Consejos y Audiencias. Francisco Pérez Bayer (protegido por el secretario de Gracia y Justicia, Manuel Roda, arremetió también contra los Colegios Mayores y sus poderes universitarios. Gracias a estos dos escritos se investigó la educación universitaria, promulgándose la nueva ordenación de los Colegios, la desaparición de la Junta Central de Colegios y las visitas anuales de inspección de los Colegios, con lo que fue desapareciendo la casta colegial, democratizándose y uniformándose la enseñanza universitaria.
Entre 1766 y 1767 se redactó un nuevo plan de estudios universitarios. Todas las Universidades renovaron materias y textos a lo largo de la década de los 70; reañadieron cursos de Matemáticas, Física, Geometría, Biología y Ciencias Naturales; se suprimieron los cursos dictados y los apuntes de clase proponiéndose el uso de libros de texto. De esta manera se centralizó y uniformó la universidad española, convirtiéndose en un servicio público en el año 1807.

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