En la primavera del año 1766 tuvo el Motín de
Esquilache, al que la historiografía posterior a denominado “Motín de la
Nobleza” y al que sus propios protagonistas denominaron “Motín Matritense”.
El “Motín de Esquilache” y los “Motines en cadena” son
típicos de la “crisis de subsistencia”. La escasez de trigo y la subida del su
precio tuvo su repercusión, en los últimos meses de 1975 y primeros de 1766, el
aumento de la demanda en el pósito de Madrid.
En 1765-1766, Esquilache tomó medidas para el
abastecimiento de Madrid, medidas que no fueron populares. Por la pragmática de
1765 El consejo de Castilla ordenó proveer a todos los pueblos, villas y
ciudades. El abastecimiento de la Corte se confió a los Cinco Gremios Mayores
de Madrid. El monopolio del pan, aceite y leña, coincidió con la subida brusca
de los precios. Ello creó el clima de protesta que posibilitó el estallido del
Motín.
Los anónimos autores de las Relaciones del Motín hacen
alusión a los sucesivos años de “esterilidad” por cuya causa el pueblo sufrió
escasez y carestía que se hicieron más insoportables porque al mismo tiempo se
les exigía nuevas cargas tributarias para esponsorios reales y para embellecer
e iluminar Madrid.
Alumbrar Madrid era tanto como modernizar la Corte y
Villa pero no lo era hacerlo dejando a oscuras a gran parte de sus habitantes,
debido al elevado precio del aceite y de las velas de sebo, que prácticamente
desaparecieron del mercado, así lo escribe uno de los anónimos autores de las
Relaciones quien refriéndose a los sucesos del Domingo de Ramos de 1766,
escribe que el pueblo “resentidos de que después que se pusieron los faroles
para alumbrar las calles con velas de sebo, el aceite había subido a 18 cuartos
y las velas no se podían encontrar por lo que muchos pobres habían estado en
sus casas a oscuras aunque alumbrados por las calles, y dichos faroles tenía el
sombrero redondo y los hombres de tres picos, en desquite fueron tirando
piedras y rompiendo todos los faroles de las calles, de modo que no quedó
ninguno para poder servir, en menos de una hora, pues con el nuevo empedrado
que se había hecho en muchas calles había muchas piedras sobrantes,
especialmente en la Plaza Mayor y Caños del Peral.
Estas cuestiones suscitaron la crítica popular que se
elevó al máximo con la prohibición de usar el traje nacional.
El motín contra Esquilache se puede situar entre los
“furores” del siglo XVII y las revoluciones del XVIII. El término “furor” no ha
sido acuñado por la historiografía posterior. Es utilizado con mucha frecuencia
en las Relaciones del Motín.
Una de las “precondiciones” del Motín contra
Esquilache es la debilidad de las estructuras del antiguo régimen.
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